Hola a todos, aquí os dejo alguna de las imágenes tomadas en Punta de Couso, durante el último retiro, que desde algún tiempo atrás vengo haciendo junto a mis 20 compañeros y por su puesto junto a mi Maestro.
Esta imagen es muy significativa para mí, además de ser muy bella, gracias al regalo que nos brinda la propia naturaleza al mostrarnos una fusión perfecta del paisaje y un equilibrio justo entre cielo, mar y tierra. Trasmitiéndonos y acompañándonos a lo largo de estos cuatro días, a una paz y a un sosiego total y absoluto, lejos del estrés de nuestro día a día.
Este círculo de sillas, representa, no solo la fuerza y la energía que nos transmitimos el grupo (los asistentes al evento), en el momento presente, sino que también cierra y completa un espacio totalmente sagrado y seguro para cada uno de nosotros, donde a lo largo de estas jornadas nos sentimos lo suficientemente acompañados, arropados y acogidos por nuestros compañeros para dar ese espacio y esas condiciones seguras a nuestro Ser, para permitirnos SENTIR e incluso mostrar nuestro lado más vulnerable (ese que no queremos mostrar al mundo, pero que todos tenemos). Y también es un espacio con las condiciones idóneas donde poder expresar o manifestar aquello que tenga que ser escuchado y abrazado para que de este modo, podamos permitirnos el placer de conectar con uno mismo y tener una mayor y plena atención a los mensajeros de nuestro cuerpo (nuestras sensaciones, dolores…) dejando así, que emerja la expresión más pura de la Salud y un sentimiento de paz, relax y equilibrio total y absoluto.
Pero claro, esto no es así en todos los casos, y no ocurre siempre, todo depende de en qué momento personal o proceso evolutivo se encuentre cada uno y el nivel de conciencia o no conciencia que tenga cada individuo en lo referente a su cuerpo y hacia este enfoque. Pero eso sí, el denominador común a todos estos asistentes, es un sentimiento de mayor alivio, bienestar y en algunos casos un renacer, un despertar o una evolución de la conciencia hacia un nuevo nivel, en el que se sienten más libres después de manifestar y compartir con el grupo, esa experiencia de vida no digerida que por alguna razón ha encontrado su espacio aquí, para ser escuchada, acogida y abrazada con compasión en este instante.
Hablando ahora de mi relación con este tipo de “Trabajo”, desde mi experiencia, deciros que en esta ocasión, ha sido un proceso brutal y muy potente de evolución, para mí. Un proceso que ya viene durando algunos meses. Del que digamos, he reunido el valor suficiente para compartirlo ahora con vosotros, después de digerirlo y de dos semanas de asentamiento. Me ha llegado el momento, jejej… Pero no os asustéis, por lo que voy a compartir con vosotros. Una vez más, ha sido un grandísimo aprendizaje y una grandísima experiencia vivida y que tengo el placer de poder contaros, por si os sirve de algo. ES GENIAL!!!
Pues bien, os podrá sonar a chiste, pero no es broma, os lo aseguro. Cuando llega tu momento y estás preparado (aunque tú no lo sepas) a un nivel de conciencia para ver o soportar según qué cosas, que te muestra tu propio cuerpo, esto es muy jodido de encajar para tu mente. Porque eso sí, recuerda y ten siempre presente que EL CUERPO ES MUY SABIO y te mostrará solo aquello que necesitas y cuando lo necesitas, para superar un bloqueo o cualquier adversidad en tu vida en ese momento. No te mostrará nada con lo que tú no puedas. Créeme.
Mi experiencia vivida, aunque no resulte de mi agrado, durante el residencial, no es más que el resultado y la prueba de que el Trabajo está haciendo su propio Trabajo, sin más. No hay que darle mayor importancia ni más relevancia que la que tiene. Tampoco trates de entender algo que tu mente no alcanza a procesar. Deja que la INTELIGENCIA trabaje y haga su Trabajo y deja a un lado el Intelecto (tu mente), no sé si me explico (este tema lo intentaré explicar mejor en otro post, vale?). Simplemente ocurre o se manifiesta, lo que tenga que manifestarse (dolor, sensación, sentimiento, etc…) en el momento justo, que no quiere decir que sea el más oportuno para ti. Ojo!!!
Y también puedo decirte que esto, tampoco funciona o es un trato que podamos hacer, diciéndonos: “Vale, yo te escucho (a la sensación o al dolor que sea), pero a cambio te vas y me dejas en paz ya, que yo no quiero estar ni sentirme así o asado, o que me duela esto o lo otro”. Y si no se va rapidito (el dolor), ya me estoy tomando una pastillita para que se me quite. Pues bien, cuando tomamos esta decisión, lo que estamos es desempoderarnos y disociándonos de nuestro cuerpo, matando a ese “mensajero” (dolor, sensación, sentimiento, etc…), que simplemente nos estaba trayendo un mensaje. Entonces, en este caso, el síntoma lo hemos parado, de momento, pero la raíz del asunto sigue estando ahí latente y ten por seguro que volverá a manifestarse (de igual modo o dista forma, en distinta parte del cuerpo…), en cuanto encuentre otra ocasión para ser escuchado. Ah! Y tampoco vayas a pensar que esto es una barita mágica que haces “chass” y el asunto por el que has acudido a consulta desaparece. Todo lleva su tiempo. Te puedo decir, que aunque no seas consciente de ello, el Trabajo se está haciendo igual y puedes llegar a sentirlo de forma consciente durante la sesión, al día siguiente, dentro de dos días, una semana, un mes…etc. Cuando llegue tu momento lo sabrás. No todos somos iguales.
Simplemente, decirte desde mi humilde experiencia, por si te sirve de algo, que cuando esto ocurre o te llega el momento, hay que tener el Valor, el Coraje suficiente y el Compromiso con uno mismo para Afrontarlo, para Empoderarnos, Sentir Plenamente, Entregarnos o Rendirnos por completo ante esta sensación, dolor o lo que sea que esté ocurriendo en ese mismo instante y ver a donde nos conduce esa situación que por muy desagradable o doloroso que esto nos pueda resultar, se trata de algo pasajero. Mi consejo es que intentes dejar los juicios y los pensamientos a un lado y centrarte en ti y en lo que estas sintiendo, concediéndote ese espacio y ese amor incondicional que solo tú puedes sentir. Tan solo piensa, que es un mensaje que necesita ser escuchado y abrazado con compasión pero que no necesariamente tiene que ser entendido por el intelecto (por la mente).
Y me diréis, claro Noe, para ti esto (de manejar estas situaciones) de adoptar esta actitud puede resultar relativamente fácil porque estas familiarizada con este Trabajo y te dedicas a ello… Pero no vayas a pensar. Cada uno tiene su propia historia y también su propio proceso individual y yo al igual que todos vosotros soy humana y tengo el mío.
Tan sólo, cuando llega este momento, insisto desde mi propia experiencia y mi humilde consejo, es que no te hagas el o la fuerte y lo pases tú sólo (como intenté hacerlo yo el primer día), por miedo a mostrar ese lado más vulnerable, que todos tenemos. Apóyate en alguien que pueda acompañarte y guiarte en este proceso de verdad e incondicionalmente, sin juicios y sin interpretaciones de ningún tipo hacia lo que esté ocurriendo en ese momento. Precisamente esa compañía y esa guía que puedas necesitar para digerir mejor aquello que sea lo que se esté manifestando en ese momento presente, más todas estas condiciones seguras para que puedas llegar a explorar ese nivel profundo de tu Ser, un espacio limpio en todos los sentidos, mi apoyo y mi escucha incondicional sin ningún tipo de juicio hacia tu persona y la patología durante tu propio proceso, es justamente lo que te ofrezco. ¿Compartimos el camino, juntos?
Llegados a este punto, estarás deseando saber qué es eso tan potente que me ha ocurrido durante estos cuatro días de intenso trabajo. Pues bien, te pongo en situación para que puedas entenderlo un poco mejor.
Hace como cuestión de un mes que he sufrido, pues bueno, lo que calificaría de un episodio intenso de revolución emocional interna y que en ese momento, a pesar de querer echarlo fuera o verbalizarlo y contar con la ayuda de los que me rodean, me ha resultado muy dura la sensación de impotencia de no saber cómo gestionar todo lo que estaba sintiendo en aquel momento. Pero sí tengo que decir que me ha sido de gran ayuda el recibir sesiones. Después de esto, las aguas se calmaron y estuve inmersa en una calma aparente o al menos un nerviosismo interno controlable. Hasta que durante este retiro se volvió a despertar en mí, otra vez esa misma sensación de nerviosismo o revolución interna que ya había experimentado un mes antes y que no era normal en mí, el sentirme así. Pero a la vez, también sentí o tenía la necesidad de que debía y quería dejarla salir, pero no sabía cómo hacerlo o mejor dicho como verbalizarlo, porque era muy desagradable compartirlo y ya no solo con el grupo de compañeros sino incluso conmigo misma. Así que, después de estar el primer día reprimiendo y aguantándome para mis adentros todo lo que estaba sintiendo, y hacerme la fuerte. Llegó un punto en el que me armé de valor, coraje y tome la decisión y el compromiso conmigo misma, de sentir y escuchar plenamente esta sensación que me estaba invadiendo y amargando.
En este momento, solo me venía una palabra a la cabeza, y es la que siempre me recuerda mi Maestro en los momentos de duda o debilidad y es la palabra “CONFIA Noe, confia”. La confianza y la entrega o rendición plena, tanto para el terapeuta como para el paciente, son puntos esenciales para el desarrollo de este “trabajo”. Lo que quiero decir con esto y con todo lo que he mencionado antes, es que de este modo, al dejarlo que se manifestase en todo su esplendor y confiando plenamente en la Inteligencia y en el proceso, he conseguido liberarme de esta sensación de tristeza, agobio, revolución, pesadez, estancamiento (pfff… y yo que sé cómo describirlo), que venía acompañándome ya varios meses atrás, para dar paso a una mayor sensación de ligereza, evolución y crecimiento personal en todos los sentidos.
Para que lo podáis entender de algún modo mejor, aquellos que todavía no habéis tenido el placer o la oportunidad de vivir la experiencia o tener contacto con este trabajo. Es como si mi cuerpo fuese una olla a presión en ebullición y que durante estos días de trabajo se activara un pilotito que indica exceso de presión. Entonces tu reacción normal ante esto, antes de que la olla explote, sería – “bueno pues voy a abrir un poquito la válvula de escape y listo.”- no?. Pues el caso es que así fue, pero no ocurrió de una forma consciente. Es decir, no decidí yo cuando abrir esa válvula de escape, sino que fue el Trabajo quien hizo su Trabajo, (o dicho de otro modo, fue el cuerpo quien hizo su propio trabajo) y yo no tuve otra opción más que aceptarlo, escucharlo y rendirme.
Lo que ocurrió fue, que al segundo día después de concluir la jornada y estando en la cena con todos mis compañeros, de repente y sin más, me sentí indispuesta y con todos mis respetos a quien pueda estar leyendo esto, sentí un fuerte sentimiento de que necesitaba ocuparme de mi misma sin importarme el resto de los allí presentes. Y tuve que retirarme a mi habitación. Allí, estando a solas conmigo misma, me derrumbé y el proceso comenzó. En ese momento, no entendía nada de lo que me estaba ocurriendo, ni de lo que se me estaba pasando por la cabeza, ni tampoco porque estaba tan enfadada conmigo misma pero sí, sentía que necesitaba echarlo fuera. Ahora me río de lo que voy a contar pero ostrás, fue una experiencia muy dura.
Después de un ataque de ansiedad, un medio mareo, de estar llorando un buen rato (si me preguntan, no sé muy bien porque) y de un paquete de pañuelos. Sin más, conseguí calmarme. En este momento estaba acompañada por esa persona que os describí antes. Una persona que está ahí, acompañándote de la mejor forma posible y de una manera incondicional, manteniéndote siempre en el momento presente a través del contacto y sin juicios de ningún tipo y acogiendo con compasión ese lado más vulnerable que todos podemos tener. Se ve, que bajó o al menos se soltó un poquito de presión de esa olla que estaba en ebullición. Luego de este episodio, me fui a cenar tranquilamente y al terminar pude compartir un ratito de tertulia nocturna al fresco con algunos de mis compañeros. Y también sentir el calor y el apoyo que me brindaron con sus abrazos a pesar de que no hubo casi palabras ni explicaciones de mi ausencia en la cena. Pero aquí no acabó la cosa…
Luego pasó la noche reparadora, y me desperté genial. Comenzamos la tercera jornada y continuamos el resto del día haciendo nuestras prácticas y compartiendo después nuestras experiencias (rol paciente – terapeuta y viceversa) en el círculo. Hasta aquí todo muy bien. Aunque por la tarde, la “olla”, se ve que no liberó lo suficiente el día anterior que volvió a coger presión pero esta vez con mucha más intensidad. Tanto, que al dar por concluido el día y después de que todo el mundo se retirase a cenar, yo fui incapaz de levantarme de mi asiento, ya que estaba siendo invadida de una forma tremenda por una sensación abrumadora que no sabría cómo describir. El caso, es que decidí rendirme y confiar, esta vez, plenamente en el proceso y ver a donde me llevaba. Una vez más, rompí a llorar, esta vez con más intensidad que la anterior y sin saber exactamente por qué, simplemente es la forma que decidió mi cuerpo para expresar lo que necesitaba soltar. En esta ocasión estuve acompañada por dos de mis compañeros, que aunque yo no los vi, sé que estaban ahí acompañándome en mi proceso y apoyándome en todo momento. Y sin poder controlarlo y sintiéndome mal por mostrar o compartir ese lado más vulnerable de mí, ante ellos, el cuerpo empezó a hacer su trabajo el solo. Fue mucho más profundo que lo que alcanzo a describir con palabras pero puedo decir que fue algo así como una sensación desgarradora y cuando ya no podía más, el cuerpo me dio una pequeña tregua, en la que medio me calmé y recuperé fuerzas (momento en el que uno de mis compañeros entendió que ya no le necesitaba y se fue). Y cuando me iba a levantar ya para ir a cenar, pues no. Mi cuerpo se vino abajo y se tumbó en el suelo y digo mi cuerpo, porque yo no le estaba ordenando que hiciese esto de forma consciente, simplemente me rendí y me entregué por completo a sentir la sensación. En definitiva me dejé llevar. Me escondí debajo de una mantita y ahí me derrumbe nuevamente y más intensamente, aun si cabe. Pfff fue muy duro y muy intenso todo lo vivido pero resumiendo, es como si estuviese en un congelador, me rompiesen en mil pedazos, me arrancasen las entrañas y luego me pasase una apisonadora por encima, a pesar de que no sé cómo se siente uno en esas situaciones…jeje. Y aunque podía escuchar todo lo que ocurría a mí alrededor, en ese momento me morí por dentro ya que es como si estuviese encerrada en mi propio cuerpo, sin poder responder, no podía moverme aunque quisiera. Pero después poco a poco, con la ayuda y las palabras de mi Maestro, me fui despertando y abriendo los ojos, regresando al momento presente y digiriendo todo lo que había ocurrido. En resumidas cuentas, es como si volviese a nacer. Sintiéndome eso sí muy cansada aun que físicamente no había hecho nada, pero éramos conscientes tanto mi Maestro como yo de que el Trabajo que aquí se había realizado había sido muy fuerte y muy potente además de intenso.
Al terminar todo y cuando logré ponerme en pie, aparte de que me encontraba muy, muy cansada, y un poco desorientada, tenía unas ganas inmensas de evacuar y querer beber. Era como una sensación de querer depurar, limpiar o eliminar los residuos o yo que se… No lo sé, pero sí sé que es algo que puede ocurrir después de una sesión. Luego nos fuimos a cenar, y ya después de caminar un poco y darme el fresco, es como si ya todo se asentara y estuviese recomponiéndose. Después de cenar y de estar charlando un poco con mis compañeros, ya me sentía mucho mejor aunque seguía muy cansada. Nos fuimos a dormir. Pasó la noche reparadora y es como si fuese un nuevo día para mí. Es decir, como cuando haces borrón y cuenta nueva. Tenía un hambre atroz en el desayuno, y me sentía como una flor cuando acaba de florecer y fíjate si era así, que hasta mis compañeros me decían que me había cambiado la cara y todo. 😛
El último día y hasta la actualidad han transcurrido perfectamente bien, recuperando esa claridad mental, volviendo a ser yo, recuperando mi ritmo normal, mi ilusión, mi pasión por lo que hago y mis ganas progresar. Una vez salido del estancamiento en el que me encontraba y vaciando el “saco que llevaba a cuestas”, estoy con ganas y preparada para continuar adelante y recibir aquello que esté por venir.
Y para terminar, me gustaría hacer una reflexión final para que te hagas una pequeña idea. Y es que en todo este proceso vivido y hablando siempre desde mi propia experiencia, a parte de las piezas claves que os he comentado antes (confianza y entrega o rendición plena ante el Trabajo), el acompañamiento, acogimiento, guía y la escucha incondicional sin ningún tipo de juicio durante todo este proceso, por parte de esa persona que también ya os he descrito anteriormente, es fundamental para mantenerte en contacto con tu cuerpo y en el momento presente. Y en definitiva, para hacerte regresar de ese viaje interno que hayas tenido de una forma acogedora y así poder digerir o al menos tranquilizar las ansias de tu mente de querer entender, ¿qué narices me acaba de ocurrir? .
Estaré encantada de recibir, en cualquier momento, tus comentarios, opiniones o sugerencias sobre temas en los que estés interesado.
Muchas gracias una vez más, por tu atención y tiempo.
Espero que te haya gustado.
Un abrazo.
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