Quietud Dinámica ✦ Especialista en Terapia Vascular BEMER

Vivimos en la sociedad del “no tengo tiempo”… De ahí, la prisa por la curación y todo ha de ser “para Ya”. (PARTE II)

El campo de los problemas corporales donde la ayuda osteopática puede resultar muy útil es realmente enorme.

Medicina, salud y sociedad, nos guste o no, van cogidas de la mano. Y con esto, nos encontramos día a día en la consulta.

El otro día leyendo un artículo de un compañero de profesión, hacía una reflexión, la cual comparto totalmente y me suscribo a sus palabras.

Por eso, me gustaría compartirla con vosotros.

¿A qué nivel estamos actuando como osteópatas? ¿A dónde pretendemos llegar como osteópatas en la salud de nuestros pacientes y en la nuestra propia? ¿Es compatible la medicina que nos propuso Still con la Sociedad en la que vivimos? ¿Es compatible ver al ser humano en su globalidad y combatir la enfermedad desde esta mirada con la sociedad que vivimos? ¿Es compatible dejar que el ritmo de la Naturaleza actúe en nuestra curación?

El otro día vino a mi consulta un paciente que le dolía el cuello, (el trapecio). Y le habían dicho que fuera al osteópata, pues era tan fácil como que le colocaran el cuello al sitio y todo se le iría. Y me dijo: “Yo fui al osteópata, me crujió el cuello, y desde entonces no me ha vuelto a doler. Voy de tanto en tanto a que me recoloque y me va genial” ¿Me recoloque? ¿Qué es eso de recolocar? ¿A qué nivel estamos actuando en nuestros pacientes cuando tratamos de “recolocar” las cosas? ¿En qué tipo de osteópatas nos hemos convertido? ¿Somos osteópatas o queremos ser médicos de bata blanca con su anatomía, fisiología, patología y todas las guías posibles, expertos en recolocar a nuestros pacientes? Expertos en darles lo que ellos quieren, lo que nos piden. Algo parecido a cuando van al médico de cabecera y ya le piden ellos mismos su receta. El médico ya ni los mira, solo les da lo que les piden, casi parece más un farmacéutico que un médico. Los pobres acaban deprimidos, no me extraña, diez años estudiando para acabar haciendo esto. Duro, duro.

Pero el caso es que a nuestra consulta viene mucha gente con ese ritmo a vernos, y quiere la solución ya. Quieren que mañana ya no les duela la cabeza, que pueda girar el cuello o lo que sea, ¡pero ya!… que para eso nos paga.

A nuestros paciente hay otra cosa que les encanta, y es que les colguemos una etiqueta, aunque le siga doliendo, pero que le demos la solución. Que le digamos por qué le duele. Así, ya se queda tranquilo, aunque les siga doliendo. Ahora se “supone” que ya sabe la causa. “Es que me ha dicho el osteópata que me duele porque tengo una cadera más alta que la otra; Me ha dicho que tengo una escoliosis; Me ha dicho que mis cervicales están desajustadas; Me ha dicho que tengo un bloqueo en la rodilla; Me ha dicho que apoyo mal y por eso me duele”.

Y lo mejor viene cuando nos pregunta si tiene que tomar algo, y es entonces cuando el osteópata saca su botiquín, muchas veces dietético, homeopático, etc… y le da “eso”, que tan ansiosamente está esperando nuestro paciente. “Al menos me voy con algo en la mano”, se dicen. Y parece que lo que me ha hecho en la sesión no cuenta. Y es que darles cosas a nuestros pacientes nos hace sentir genial, porque somos “nosotros” quienes los estamos curando. Y eso a nuestro Ego, le encanta. Estamos en una medicina, en una osteopatía del Ego. Yo soy quien cura a mi paciente. Pues en la sociedad donde todo ha de ser ya, es la medicina que triunfa.

Entonces, ¿Qué ocurre cuando el paciente me dice que necesita que mañana no le duela porque tiene esto o lo otro, porque tiene que ir a trabajar?. ¿Qué ocurre, cuando es un paciente que lleva meses u años con su dolor y si en una sesión no le quitamos el dolor, ya no vuelve? ¿Somos nosotros quienes no estamos aplicando bien las técnicas o quienes no sabemos curar a nuestros pacientes o hay algo más implicado en todo este proceso curativo?

Y quizá esa sea la clave, el proceso. La curación, cuando trabajamos con la globalidad del ser humano y el ritmo de la naturaleza, se convierte en un proceso de curación. Y un proceso requiere algo que muchos de nuestros pacientes y la sociedad en la que vivimos, no tienen TIEMPO o no están dispuestos a.

  • Por ejemplo: Cuando viene una persona con un dolor en el cuello, en su lado derecho. Cuando miro en conjunto a esta persona y veo su patrón postural, su forma de caminar … puedo ver eso, un patrón que lleva muchos años funcionando así y de esta manera. Un patrón en su cuerpo que muchas veces, se ha ido creando progresivamente en el tiempo y con infinidad de adaptaciones, consecuencia de todo lo que lleva vivido. Y ahora llego yo y en lugar de colocarle el cuello al sitio, le ajusto el cráneo, la cadera y el hígado. Tras observar el estado de la máquina, como nos proponía Andrew, le propongo a la máquina, con mis técnicas, trabajar de otra manera para que permita que la Salud se manifieste. Le cambio por completo su patrón. A partir de ahí se inicia un proceso. La sangre sucia que no circulaba del hígado vuelve a la circulación general. Esos nervios que había perdido su fuerza, empieza a actuar. Con lo cual, un nuevo patrón se activa y eso requiere un proceso.

Franki Rocher.

 

Semilla germinando 4

Recuerda que la autocuración tiene su proceso y su ritmo que es el de la Naturaleza.

Y no nos olvidemos de lo que nos proponía Andrew Taylor Still y es que la Osteopatía está basada en las leyes de la

Naturaleza.

 

          Que tengas un estupendo día y estaré encantada de recibir tus comentarios u opiniones, aquí abajo.

                                                             Muchas gracias por tu tiempo y tu atención.

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